Nos enseñaron a producir, no a vivir: ¿cuánto te está costando ignorar tu propio cuerpo?

El despertador suena y ya estás corriendo.
Café. Mails. Reuniones. Más café.
Redes sociales. Presión. Clientes. Contenido.
Checklist interminable. Sueño cortado.
Y una pregunta que, aunque no la digas en voz alta, vibra por dentro:
¿Cuánto más puedo sostener este ritmo sin romperme?

En el mundo del emprendimiento moderno, la exigencia se ha disfrazado de motivación.
El “dale que se puede” tapa al “no doy más”.
Y mientras el negocio crece, vos te vas desdibujando.

* Tu espalda duele.
* Tu mente no para.
* Dormís poco, comés mal, y cada tanto te agarrás pensando que esto no era lo que soñabas.

Nos enseñaron a ser máquinas.
A tener resultados, métricas, funnels, escalabilidad.
Pero nadie nos enseñó a cuidar del cuerpo que lo sostiene todo.
A escuchar al alma que ya no quiere forzarse más.
A decir que no sin culpa.
A emprender sin enfermarse.


Si estás sintiendo que tu manera de trabajar te está alejando de vos, es hora de cambiar.

No tenés que esperar a colapsar para elegir un camino más humano y coherente.

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