¿Por qué cuesta tanto respirar cuando tenés ansiedad?

La sensación de no poder respirar bien es uno de los síntomas más angustiantes de la ansiedad. Muchas personas describen que sienten que “el aire no entra”, que tienen que “hacer esfuerzo para llenar los pulmones” o que, de pronto, respiran rápido y superficialmente sin control. ¿Te pasó alguna vez?

No es falta de aire, es exceso

Paradójicamente, en muchos casos no se trata de una falta de aire, sino de una hiperventilación: respirar demasiado rápido o profundo desequilibra el nivel de oxígeno y dióxido de carbono en el cuerpo, generando síntomas como mareos, palpitaciones, entumecimiento de manos, visión borrosa… y más ansiedad.

Es un círculo vicioso: cuanto más te asustás por cómo respirás, más alterás tu ritmo, y más incómoda se vuelve la sensación. Pero lo importante es que no estás en peligro, aunque se sienta así.

Volver al eje desde la respiración

Aprender a manejar la respiración es una de las herramientas más poderosas para calmar la ansiedad. Ejercicios como la respiración diafragmática, la coherencia cardíaca o simplemente tomar conciencia del aire entrando y saliendo lentamente, pueden marcar una gran diferencia.

El objetivo no es respirar más, sino respirar mejor. Recuperar el ritmo natural que tu cuerpo necesita para sentirse seguro.

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