Estás tranquilo… o eso creés. De pronto, una presión en el pecho. El corazón se acelera sin motivo. Sentís que falta el aire. ¿Será un infarto? ¿Debés ir a emergencias? Esta escena se repite en miles de personas que, en realidad, no están teniendo un problema cardíaco, sino un episodio de ansiedad agudo.
El corazón como blanco principal
Uno de los sistemas que más reacciona al estrés es el cardiovascular. Y no porque esté enfermo, sino porque la ansiedad activa el modo supervivencia del cuerpo: el famoso “lucha o huida”. El corazón se acelera, la respiración se agita, los vasos se tensan. Todo eso es normal… si estás corriendo de un león. El problema es cuando ocurre sentado en el colectivo o mirando televisión.
¿Es ansiedad o un problema real?
La gran mayoría de quienes experimentan estos episodios termina en una guardia médica. Electrocardiogramas, análisis, estudios… y todo da bien. El diagnóstico que reciben muchas veces es frustrante: “no es nada”. Pero no es que no haya nada, es que no es un problema físico, sino emocional. Y eso también merece atención.
El ciclo del miedo físico
Cuando el cuerpo reacciona así, el miedo a morir potencia la ansiedad. Ese miedo retroalimenta el sistema nervioso, y el cuerpo responde con más síntomas. Así se crea un ciclo que parece no tener salida.
La buena noticia: este tipo de ansiedad es reversible. Pero requiere educación, guía y compromiso personal.
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